Una experiencia enriquecedora para un abordaje del
conjunto, y superar las visiones parciales
Es mucho lo que dejó como saldo la
experiencia que una veintena de personas de las más variadas actividades, con
el aporte de otras que sumaron su grano de arena, tuvimos la posibilidad de
vivir del 28 de abril al 1 de mayo en las islas victorienses, muy cerca de
Rosario.
No sólo fue un intenso contacto con la naturaleza, con la cultura aborigen de la zona, sino también con una serie de expresiones que hoy conviven especialmente en un sector de las islas fuertemente atravesado por un desarrollo turístico totalmente distinto al que podemos ver desde esta orilla.
La actividad comenzó en el puerto victoriense, desde donde en un primer momento se esperaba que pudiéramos viajar en lancha hacia el puesto de Puerto y Fiscalización ubicado a orillas del Barrancoso, donde está la manga de carga y descarga de ganado instalada luego de las inundaciones de 2008, especio al cual se puede acceder desde la unión vial.
Allí, teniendo como anfitriones a los funcionarios del área, dos de los cuales (Carlos Navarro y Gustavo Andino) formaron parte del contingente, se pudo observar el aspecto ganadero de las islas, pero también el serio problema que implican los controles a toda esa zona. Si bien no fue planteado como una queja, sino como una realidad con la que deben enfrentarse todos los días, los funcionarios de Puerto y Fiscalización explicaron que para el control de las miles y miles de hectáreas que abarcan las islas victorienses cuentan no sólo con fuertes limitaciones presupuestarias y de combustible, sino también con una embarcación que hace semanas tiene el motor inutilizado y cuya reparación se hace esperar.
Aún así, y gracias al acompañamiento de la gente de Delitos Rurales de la Policía de Entre Ríos, algunos controles se llevan adelante en lo que hace especialmente a la caza y la pesca furtiva, dos problemas que con el paso de las experiencias vividas en la expedición se hicieron sumamente concretos.
Debe recordarse que el viaje se realizó antes de que estuviera habilitada la temporada de caza en la provincia, no obstante lo cual, durante los cuatro días que duró la experiencia se escucharon -a la distancia- disparos de armas de fuego. ¿Cazadores? ¿Cuatreros? La faena clandestina está a la orden del día simplemente porque la probabilidad de ser hallado es muy baja, al igual que la caza. De hecho, en el campo de Rafael Sugasti se llevó a cabo la expedición de observación de aves liderada por el guía paceño Héctor González se pudieron encontrar claras señales de caza furtiva en proximidades de una laguna en la que la presencia de carpinchos era evidente (más allá de que no los vimos) y el ganado se encontraba a la vista, unos pocos kilómetros hacia el oeste.
Sugasti, quien a su vez lleva adelante un emprendimiento turístico y participó activamente de la cabalgata del bicentenario, explicó que nunca autorizó a nadie a cazar en sus tierras.
Volviendo al problema del control, Andino explicó que una de las primeras actividades que se controla es la pesca en la zona del viaducto, ya que es habitual que los fines de semana pescadores aficionados provenientes de Rosario estacionen en la banquina de la traza y se pongan a pescar en el canal de servicio. Ambas cosas están prohibidas. De ahí que se los aborde solicitándoles el permiso de pesca, indicándoles que está prohibido hacerlo en ese lugar, y secuestrando las cañas para asegurarse que no sigan haciéndolo. Justamente esas son las cañas que en un número importante secuestraron días pasados junto a personal de Gendarmería.
En realidad, es Gendarmería quien tiene la autoridad en la traza, pero ante la imposibilidad que tienen de reclamar permisos que son del orden provincial, a través de un acuerdo con la Municipalidad realizan los controles conjuntamente con Puerto y Fiscalización y Flora y Fauna de la provincia, lo que en definitiva también agrega actividades a una repartición que ya de por sí cuenta con varias limitaciones en materia de elementos, más allá del fuerte compromiso demostrado por sus funcionarios, quienes incluso alguna vez estuvieron varados en las islas y ponen en juego elementos que son de su propiedad privada para suplir carencias de su oficina, como por ejemplo un elemental GPS para poder georreferenciar dónde se llevaron a cabo los operativos, dónde encontraron lo que hallaron, etc., en un universo que carece de planos precisos y los nombres con que se conocen los arroyos no siempre coinciden.
Pero este es apenas un aspecto de esta complejidad de las islas, en la que la diversidad no sólo se observa en cuanto a la flora y la fauna, sino también en la visión que se tiene de esa geografía desde una orilla, desde la otra, desde el turismo, desde la producción, desde quienes viven allí, desde quienes van asiduamente… casi todas visiones parciales no sólo de su geografía, sino también de su uso, un tema sobre el que avanzaremos en las próximas publicaciones, y muchos de los cuales también podrán verse dentro de un tiempo en un video que resumirá los debates que allí se llevaron a cabo, así como la experiencia en su conjunto.
No sólo fue un intenso contacto con la naturaleza, con la cultura aborigen de la zona, sino también con una serie de expresiones que hoy conviven especialmente en un sector de las islas fuertemente atravesado por un desarrollo turístico totalmente distinto al que podemos ver desde esta orilla.
La actividad comenzó en el puerto victoriense, desde donde en un primer momento se esperaba que pudiéramos viajar en lancha hacia el puesto de Puerto y Fiscalización ubicado a orillas del Barrancoso, donde está la manga de carga y descarga de ganado instalada luego de las inundaciones de 2008, especio al cual se puede acceder desde la unión vial.
Allí, teniendo como anfitriones a los funcionarios del área, dos de los cuales (Carlos Navarro y Gustavo Andino) formaron parte del contingente, se pudo observar el aspecto ganadero de las islas, pero también el serio problema que implican los controles a toda esa zona. Si bien no fue planteado como una queja, sino como una realidad con la que deben enfrentarse todos los días, los funcionarios de Puerto y Fiscalización explicaron que para el control de las miles y miles de hectáreas que abarcan las islas victorienses cuentan no sólo con fuertes limitaciones presupuestarias y de combustible, sino también con una embarcación que hace semanas tiene el motor inutilizado y cuya reparación se hace esperar.
Aún así, y gracias al acompañamiento de la gente de Delitos Rurales de la Policía de Entre Ríos, algunos controles se llevan adelante en lo que hace especialmente a la caza y la pesca furtiva, dos problemas que con el paso de las experiencias vividas en la expedición se hicieron sumamente concretos.
Debe recordarse que el viaje se realizó antes de que estuviera habilitada la temporada de caza en la provincia, no obstante lo cual, durante los cuatro días que duró la experiencia se escucharon -a la distancia- disparos de armas de fuego. ¿Cazadores? ¿Cuatreros? La faena clandestina está a la orden del día simplemente porque la probabilidad de ser hallado es muy baja, al igual que la caza. De hecho, en el campo de Rafael Sugasti se llevó a cabo la expedición de observación de aves liderada por el guía paceño Héctor González se pudieron encontrar claras señales de caza furtiva en proximidades de una laguna en la que la presencia de carpinchos era evidente (más allá de que no los vimos) y el ganado se encontraba a la vista, unos pocos kilómetros hacia el oeste.
Sugasti, quien a su vez lleva adelante un emprendimiento turístico y participó activamente de la cabalgata del bicentenario, explicó que nunca autorizó a nadie a cazar en sus tierras.
Volviendo al problema del control, Andino explicó que una de las primeras actividades que se controla es la pesca en la zona del viaducto, ya que es habitual que los fines de semana pescadores aficionados provenientes de Rosario estacionen en la banquina de la traza y se pongan a pescar en el canal de servicio. Ambas cosas están prohibidas. De ahí que se los aborde solicitándoles el permiso de pesca, indicándoles que está prohibido hacerlo en ese lugar, y secuestrando las cañas para asegurarse que no sigan haciéndolo. Justamente esas son las cañas que en un número importante secuestraron días pasados junto a personal de Gendarmería.
En realidad, es Gendarmería quien tiene la autoridad en la traza, pero ante la imposibilidad que tienen de reclamar permisos que son del orden provincial, a través de un acuerdo con la Municipalidad realizan los controles conjuntamente con Puerto y Fiscalización y Flora y Fauna de la provincia, lo que en definitiva también agrega actividades a una repartición que ya de por sí cuenta con varias limitaciones en materia de elementos, más allá del fuerte compromiso demostrado por sus funcionarios, quienes incluso alguna vez estuvieron varados en las islas y ponen en juego elementos que son de su propiedad privada para suplir carencias de su oficina, como por ejemplo un elemental GPS para poder georreferenciar dónde se llevaron a cabo los operativos, dónde encontraron lo que hallaron, etc., en un universo que carece de planos precisos y los nombres con que se conocen los arroyos no siempre coinciden.
Pero este es apenas un aspecto de esta complejidad de las islas, en la que la diversidad no sólo se observa en cuanto a la flora y la fauna, sino también en la visión que se tiene de esa geografía desde una orilla, desde la otra, desde el turismo, desde la producción, desde quienes viven allí, desde quienes van asiduamente… casi todas visiones parciales no sólo de su geografía, sino también de su uso, un tema sobre el que avanzaremos en las próximas publicaciones, y muchos de los cuales también podrán verse dentro de un tiempo en un video que resumirá los debates que allí se llevaron a cabo, así como la experiencia en su conjunto.
Los expedicionarios
Sebastián Ingrassia – Programa Identidad, CFI, registro audio visual, Paraná
Cecilia Molina – Programa Identidad, CFI, registro audio visual, Paraná
Carlos Flores – ceramista, Victoria
Diana Campos – artista plástica, Victoria
Javier Hereñú – director escuela Leandro N. Alem, Isla Charigüé, Victoria
Claudio V. González – escritor, periodista, Victoria
Ignacio Marcó – arquitecto, zonal de arquitectura, artista plástico, Victoria
Maxi, Guarú del Río – kayaquista de Expedición Rosario
Javier Ferrería – diseñador gráfico, murguista, Bella Vista
Mariana Emery – licenciada en Turismo, Uader, Paraná
Héctor González – guía de aves, municipalidad de La Paz
Daniel García Helder – escritor, expedicionario Paraná Ra´Angá, Rosario
Eduardo Spiaggi – Taller Ecologista, Rosario
Alejandro Gangui – astrofísico, expedicionario Paraná Ra´Angá , Buenos Aires
Mariana Mina – comerciante en islas, habitante isleña, Victoria
Carlos Navarro – Puerto y Fiscalización, municipalidad de Victoria
Gustavo Andino – Puerto y Fiscalización, municipalidad de Victoria
Delfina Estrada – artista plástica, Tigre
Eduardo Apolinaire – arqueólogo, La Plata
Juan Baima – arquitecto, FAPyD, UNR, Rosario
Soledad Ferrería – dirección proyecto Victoria
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